Charla en Torrelaguna sobre la figura de Arquímedes de Siracusa, físico, ingeniero, astrónomo y matemático griego

Gomez de la Serna, Insúa y el propio Villegas se exilian en la Argentina. Díaz
Fernández, que fue diputado por el Partido Republicano Radical Socialista,
se refugia en Francia. Arconada, militante del PCE, escoge la URSS. Baroja
mantiene un exilio intermitente sin gustarle ninguno de los dos bandos, como
Pedro de Répide, que se refugia en Venezuela. Cristóbal de Castro, hombre
de izquierdas en ese momento, acepta después el franquismo. Palacio Valdés
muere lleno de penurias en el Madrid republicano.
Bien es cierto que en los convulsos meses de enero-febrero de 1936 (las
elecciones que dan la victoria al Frente Popular se celebran el 16 de febrero),
Villegas encabeza en Unión Radio un Ciclo de conferencias de divulgación literaria que tienen como tema «Los personajes célebres vistos por los escritores
jóvenes». El programa se había iniciado en diciembre de 1935 y, con una hora
de duración, se emite a las veintiuna horas. En concreto, el papel de Villegas
consiste en presentar a escritores como Pedro Mourlane Michelena (1888-
1955), que tiene en realidad casi cincuenta años, Samuel Ros (1904-1945) y
Miguel Pérez Ferrero (1905-1978), luego famoso crítico de cine de ABC con
el seudónimo de Donald. Pedro Mourlane Michelena habla de La familia de
los Forsyte (22-1-1936), Miguel Pérez Ferrero de Pepita Jiménez (5-2-1936) y

Con Pedro de Répide: «El cine no alcanzará la categoría de arte, porque es un reflejo
mecánico de la realidad.». Texto Ondas, n.º 404, 1-4-1933. Foto: Archivo familiar.
38 Emeterio Díez Puertas
Anales de Literatura Española, núm. 39, 2023, pp. 25-52
Samuel Ros de El licenciado de Vidriera (12-2-1936). Pues bien, los dos primeros son notorios falangistas y los tres, tras el golpe de estado, tienen que huir
del terror «rojo»: Ros se refugiará en la embajada de Chile, Pérez Ferrero, en la
de Francia y Mourlane Michelena, en su casa, protegido por el líder socialista
Indalecio Prieto. En otras palabras, Villegas fue siempre un hombre que valoró
el talento y, en virtud de ese respeto, fue capaz de tender puentes con el «otro».
Eso explica, en parte, su temprano regreso del exilio; en concreto, en 1953.

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